El COVID-19 puede causarle daños terribles al corazón humano, como desencadenar coágulos de sangre en casos graves, y causar inflamación y cicatrices.
Una nueva investigación ahora muestra que incluso los jóvenes con COVID-19 que son asintomáticos tienen riesgo de desarrollar una inflamación potencialmente peligrosa alrededor del corazón.
Soy un cardiólogo de imagenología que está desarrollando técnicas de diagnóstico para evaluar los cambios en la función del músculo cardíaco en pacientes con COVID-19.
En un estudio publicado el 4 de noviembre, mis colegas y yo encontramos evidencia de anomalías cardíacas en más de un tercio de los estudiantes atletas que dieron positivo por COVID-19 y se sometieron a exámenes cardíacos en la Universidad de West Virginia este otoño.
Si bien no detectamos daños continuos en el músculo cardíaco en sí, con frecuencia encontramos evidencia de inflamación y exceso de líquido en el pericardio, el saco que rodea el corazón. Casi todos los 54 estudiantes evaluados tenían COVID-19 leve o estaban asintomáticos.
Con base en nuestros resultados y otros estudios, un grupo de expertos convocados por el Journal of the American College of Cardiology: Cardiovascular Imaging también ha publicado una lista de recomendaciones para las pruebas cardíacas y los tiempos de recuperación antes de que los estudiantes atletas vuelvan a jugar.
Una conclusión importante: los estudiantes atletas que dan positivo en la prueba de COVID-19 deben consultar a sus médicos de atención primaria para determinar si se necesitan pruebas de detección del corazón, incluso si nunca mostraron síntomas.
COVID-19, mala noticia para el corazón
Todavía hay mucho que no sabemos sobre COVID-19 y sus efectos persistentes en el cuerpo humano.
El SARS-CoV-2, el coronavirus que causa el COVID-19, puede causar una serie de daños abrumadores, que incluyen la activación de respuestas inflamatorias en el músculo cardíaco y el tejido circundante a medida que el cuerpo intenta combatirlo. Hasta 1 de cada 8 pacientes hospitalizados con COVID-19 tiene algún tipo de daño cardíaco.
Lo que más nos preocupa de los atletas de competición es si el virus puede penetrar en el músculo cardíaco y desencadenar miocarditis, una inflamación poco común del músculo cardíaco que puede ser causada por infecciones virales.
La miocarditis puede alterar la capacidad del corazón para bombear sangre y provocar arritmias. También puede causar insuficiencia cardíaca repentina en atletas que parecían sanos. Si tiene miocarditis, el deportista no debe estar en el campo o entrenando hasta mucho después de recuperarse.
Se sabe que un pequeño número de atletas universitarios con COVID-19 han sido diagnosticados con miocarditis. En un estudio, los médicos de la Universidad Estatal de Ohio evaluaron a 26 atletas universitarios en septiembre y encontraron signos de inflamación cardíaca compatibles con miocarditis en cuatro.
Sin embargo, la miocarditis no es el único problema cardíaco del que preocuparse. Los médicos deportivos han advertido durante años que los atletas que desarrollan pericarditis no deben volver a jugar hasta que se resuelva.
Lo que encontramos en estudiantes deportistas
En la Universidad de West Virginia, mis colegas y yo examinamos a 54 estudiantes atletas que habían dado positivo por COVID-19 entre tres y cinco semanas antes.
No encontramos signos convincentes de miocarditis en curso, pero vimos mucha evidencia de pericarditis. Entre los estudiantes atletas evaluados, el 40 por ciento tenía realce pericárdico, lo que sugiere que se resolvió la inflamación en el saco que protege el corazón, y el 58 por ciento tuvo derrame pericárdico, lo que significa que se había acumulado un exceso de líquido.
Por lo general, este tipo de inflamación se cura en unas pocas semanas sin efectos residuales. Sin embargo, en algunos casos, puede haber efectos a largo plazo, como la recurrencia de la inflamación pericárdica. Puede provocar cicatrización del saco pericárdico, que en casos raros puede ser grave, y el pericardio puede contraerse alrededor del corazón. Esto puede provocar síntomas similares a la insuficiencia cardíaca y causar congestión en los pulmones y el hígado.
Es difícil predecir si un paciente desarrollará alguna de estas raras complicaciones a largo plazo y es demasiado pronto para saber si está sucediendo.
Tips para programas universitarios de atletismo
Actualmente, los programas deportivos en todo el país tienen un mosaico de reglas para poner en cuarentena y evaluar a los atletas COVID-19 positivos para detectar daño cardíaco mientras intentan equilibrar la salud de los jugadores y el deseo de volver a jugar.
Para ayudarlos a desarrollar estándares, cardiólogos de EU, Canadá, Reino Unido y Australia revisamos la evidencia actual y escribimos una declaración de consenso de expertos. Algunos de los mismos médicos de JAMA Cardiology publicaron una declaración similar centrada en la miocarditis.
Sugerimos lo siguiente:
-Cualquier estudiante atleta que dé positivo por COVID-19 debe seguir las reglas de cuarentena y evitar exponer al virus a sus compañeros de equipo, entrenadores o cualquier otra persona.
-Antes de volver a jugar, los atletas que den positivo por COVID-19 deben consultar con sus médicos para determinar si se necesitan pruebas de detección del corazón. Aunque las pruebas de rutina no se recomiendan para todas las personas asintomáticas, un médico debe determinar individualmente cuándo los riesgos son lo suficientemente altos.
-Si un atleta tiene miocarditis activa, recomendamos no competir o realizar un entrenamiento extenuante durante tres a seis meses, con exámenes de seguimiento con un cardiólogo. El ejercicio puede empeorar la progresión de la enfermedad y crear arritmias o latidos cardíacos irregulares. Después de ese periodo, el atleta puede reanudar gradualmente el ejercicio y el juego si no tiene inflamación o arritmia persistente.
-Si un deportista tiene características activas de pericarditis, también recomendamos restringir el ejercicio, ya que puede exacerbar la inflamación o hacer que reaparezca. Los atletas deben evitar los deportes competitivos durante la fase aguda. Una vez que las pruebas no muestren inflamación o exceso de líquido, el atleta debería poder volver a jugar.