La bien aceitada maquinaria de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza en la Cámara de Diputados consumó anoche la aprobación, en lo general, de la reforma a la Constitución que permitirá a las trasnacionales hacerse de contratos de riesgo, concesiones y licencias para extraer y llevarse el petróleo, decisión que fue definida por PRD, PT y Movimiento Ciudadano como el más grande atraco de la historia nacional.
Sin discusión –se optó únicamente por el desahogo de los legisladores en contra–, el pleno avaló una reforma definida por Acción Nacional como una victoria cultural sobre el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI en el poder, una vez que el PVEM dijo en la tribuna del auditorio E de la Cámara de Diputados –habilitado como recinto alterno, al igual que en la reforma petrolera de 2008– que el mandatario cedió con tal de tener el respaldo panista.
Tras casi cuatro horas de externar posturas sobre la reforma, la mayoría mecánica avaló la minuta de los senadores con 354 votos a favor y 134 en contra, sin que se cumpliera el trámite de turnar a comisiones. ¡México, México!, gritaron priístas y panistas. ¡Traidores, traidores!, respondieron desde las otras bancadas.
Entre los empujones de legisladores, cuando terminó la sesión la diputada Karen Quiroga (PRD) asestó un puñetazo en la cara a su colega Landy Berzunza Novelo (PRI), quien tuvo que ser atendida en la enfermería.
Al cierre de esta edición continuaba la presentación de reservas a todos los artículos: la columna de papel tenía más de un metro de altura.
Secuestro del recinto: Beltrones
Se apresuró el desahogo de la minuta porque, explicó el coordinador del PRI, Manlio Fabio Beltrones, cuando la Junta de Coordinación Política discutía enviar la minuta a las comisiones de Puntos Constitucionales y Energía, un grupo de diputados secuestró lo que a todos nos pertenece: el recinto legislativo.
Beltrones acusó la incapacidad e insuficiencia de los coordinadores de PRD, PT y Movimiento Ciudadano, Silvano Aureoles, Alberto Anaya y Ricardo Monreal, para controlar a los diputados que clausuraron el salón de sesiones con cadenas y candados, y cuando no tienen la autoridad para comunicarse con sus bancadas, es la hora que el pleno diga lo que hay que hacer.
Así, a pesar de que Aureoles y el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, Julio César Moreno (PRD), solicitaron cumplir el trámite, se inició una atropellada sesión, en la que diputados intercambiaron empujones, insultos e incluso la definición de traidores a la patria.
Si Ricardo Monreal Ávila, coordinador de Movimiento Ciudadano, expuso que quienes anoche avalaron el despojo a la nación serán recordados como traidores, los panistas que metieron mano a la minuta, Juan Bueno Torio –ex director de Pemex Refinación– y Rubén Camarillo, afirmaron que los traidores son los que quieren detener el progreso.
Mientras el salón de sesiones se mantenía clausurado, en el recinto alterno los perredistas de Nueva Izquierda (los chuchos) acapararon el uso de la tribuna. El vicecoordinador Miguel Alonso Raya definió que la alianza del PRI con el PAN los colocó tan lejos de Cárdenas y Calles pero tan cerca de Cordero y de Madero.
Aún así, la batería de NI se presentó con tan poca fortuna que, en medio de la hilaridad del pleno, Javier Salinas gritó: ¡viva la derecha!, y Luis Espinosa Cházaro confundió a Sami David, director del centro de estudios parlamentarios, con un diputado del PRI. Ni conoces el dictamen y así lo vas a votar, le dijo.
Panistas y priístas defendieron las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, que darán al capital privado plena intervención para explorar y explotar el petróleo en todas sus etapas.
A final de cuentas, para la diputada Francisca Corrales (PRI), de nada sirve la soberanía enterrada en el fondo del mar.
Decididos a que la aplanadora reinara en el salón, priístas y pevemistas se hicieron fuertes en los pasillos, con el respaldo de policías vestidos de civil, para evitar una nueva toma de tribuna. La mayoría de diputados pasó el tiempo en sus teléfonos o en la mofa a los oradores.
Felipe El Tibio Muñoz se reía del discurso de Monreal. Pajecillo de Peña Nieto, le devolvió el segundo. Tu reyezuelo se va a ir al basurero de la historia.
¡Chaquetero!, le endilgó el otrora medallista olímpico. ¡Chaquetero tu partido, Felipe! ¡Cobarde!, fue la respuesta.
La animosidad llevó a Alfa González Magallanes, de NI, a retar a la guanajuatense María Elena Cano (PRI), y después el mismo Tibio Muñoz encaró a Sebastián de la Rosa (PRD).
Enrique Aubrey (PVEM) coordinó a los policías para contener a sus opositores, e incluso hizo de cadenero para controlar qué diputados podían entrar.
Al calor de los empujones y de los gritos de ¡fuera, fuera, fuera! que diputadas del PRI le soltaron cuando entró al auditorio, Manuel Huerta (PT) resaltó su carácter pacificista. La violencia sabemos de dónde viene. Sabemos quién mató a (Luis Donaldo) Colosio y quiénes son los asesinos!, clamó.
Y acusó al presidente de la Comisión de Energía, el priísta Marco Antonio Bernal –el primero en votar a favor–, de amenazarlo. Tengo pruebas y voy a proceder, anticipó. También Catalino Duarte (PRD) denunció que José Manzur, presidente de la Comisión de Presupuesto, lo amenazó. Somos los primeros que nos van a matar, afirmó.
Verónica Sada fue la única panista que votó en contra. Su compañera Patricia Lugo Barriga anunció que también rechazaría la reforma, pero no por la apertura indiscriminada, sino porque –dijo cándida– le causó repugnancia que el PRI marcara con su logotipo las despensas para los damnificados de Acapulco.
Poco después de las 22 horas se inició la votación, uno por uno, de los 401 diputados que la mesa directiva cantó como presentes. Priístas y panistas festejaron con aplausos cada voto a favor. ¡Braaavo!, celebraron.
¡Ojalá Dios y el pueblo se los perdone!, exclamó Aliet Bautista (PRD), en un intercambio de expresiones para acompañar el voto. El panista Omar Borboa Becerra quiso adornarse, pero patinó: ¡En sentido inverso a la positiva! La perredista Lourdes Amaya clamó: ¡Qué bueno que sólo tienen una madre, porque si no, también a la otra la privatizan!
El presidente de la mesa directiva, Ricardo Anaya, también tropezó cuando desconoció la calidad de diputado de Rodrigo Chávez, suplente de Martí Batres, y quiso anular su voto en contra.
El coordinador del PAN, Luis Villarreal, aprovechó para cuestionar que por la mañana diputados fueron vitoreados o agredidos y golpeados físicamente.
Monreal resaltó que sólo faltaba que los traidores quieran que se les trate como héroes. ¡Ese estigma se les va a quedar por los siglos de los siglos!
El coro del Bronx priísta selló la sesión: ¡Amén!