Los niños que tienen un perro o gato durante el primer año de su vida crecen más saludables y con menos infecciones respiratorias que aquelllos que carecen de contacto con estos animales, concluyó un estudio pediátrico.
La Academia Estadunidense de Pediatría (AAP), con sede en Chicago, publicó, en su revista Pediatrics de esta semana, los resultados de la investigación “Enfermedades Respiratorias durante el primer año de vida”, los cuales desmienten que el contacto con perros y gatos sea perjudicial para los bebés.
Los investigadores registraron en cada uno de los casos la cantidad de contactos con un perro o un gato que tenían por semana y la frecuencia de síntomas respiratorios e infecciones.
El equipo de especialistas comprobó que aún cuando las infecciones respiratorias y los síntomas infecciosos son frecuentes durante el primer año de vida, los niños que tuvieron contacto con un perro reportaron menos síntomas y enfermedades, en especial del oído, y requerían tratamientos más cortos de antibióticos.
La propiedad del gato también mostró un efecto protector en los niños, pero no tan fuerte como en el caso de los perros.
El estudio confirmó que los niños que viven en hogares donde los perros pasan en el interior de forma temporal o frecuente tenían el menor riesgo de infecciones, particularmente en el tracto respiratorio.
Tanto los contactos semanales como anuales con los perros se asociaron con una menor morbilidad en general, lo que llevó a los autores a la conclusión de que la convivencia con estos animales puede influir en la maduración del sistema inmune en la infancia.
Esto, agregó, dio lugar a una menor duración de las infecciones y una mejor resistencia a enfermedades respiratorias durante la niñez.